Solencio
En el eco
suave de la nada,
donde las voces se apagan y el mundo calla,
nace el solencio,
un espacio sin sonido,
donde el alma flota sola en su propio latido.
No hay
palabras que rompan el aire,
ni risas que iluminen la penumbra,
solo el peso de la ausencia,
un susurro de sombras que rozan la piel,
un latido ahogado en el pecho.
El solencio
no grita ni golpea,
no demanda, no hiere,
simplemente es,
un abismo donde el yo se encuentra consigo mismo,
donde el eco del pensamiento
es la única compañía.
En el
solencio me descubro,
me pierdo,
me encuentro,
me reconstruyo,
como quien recoge las piezas
de un espejo estrellado por dentro.
Aquí, en este
silencio que arde,
aprendo a escucharme,
a distinguir mi voz
del ruido que dejé atrás.
Y en el
último aliento
se desliza un susurro:
solencio.
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